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Intervención de Idoia Mendia en el 40º aniversario del Consejo General Vasco

Egunon guztioi. Eta mila esker ekitaldi berezi honetan egoteagatik.

 

Los Socialistas, de nuevo de la mano de la Fundación Ramón Rubial, venimos hoy con un ánimo reivindicativo. Porque este acto de hoy no es un acto de añoranza.

 

Venimos a un acto de esperanza. No venimos a recordar el pasado, a lo que fuimos. Venimos a proyectar el futuro, a lo que podemos llegar a ser. Ésta es la idea con la que queremos recordar un hito de la historia de Euskadi.

 

Aquello que tiempo después Ramón Rubial dijo que era su mayor orgullo: la capacidad de sumar a cinco concepciones distintas en un mismo Gobierno para sacar adelante proyectos que beneficiaban a todo el país. Ese auzolan, ese bien común tan arraigado en nuestra tierra, la mejor esencia vasca, puesta al servicio del conjunto de la ciudadanía. Sin exclusiones.

 

Aquel hito se alcanzó sin perder un minuto desde que las primeras elecciones democráticas de unos meses antes abrían las puertas a recuperar el autogobierno segado por la guerra. A recuperar el espíritu con el que los Socialistas habíamos cimentado el primer Estatuto del 36 buscando a las otras culturas políticas.

 

Y aquel hito se alcanzó también sin perder un minuto desde que se estrenaron las siglas del Partido Socialista de Euskadi que, apenas un año antes, había recordado cuál era el objetivo: la libertad. Recuperar el autogobierno y recuperar la libertad.

 

Y al frente, un testigo directo de cómo se fraguó el primer acuerdo estatutario, una víctima directa de la represión. Pero sobre todo, un obrero llamado Ramón Rubial se puso a liderar Euskadi. Un trabajador, un socialista y un vasco profundo con capacidad para empezar a gestionar el futuro que se vislumbraba.

 

Nuestro primer lehendakari, que asumió el encargo con una frase: “Mi presencia en el Consejo General Vasco es la presencia de todos los que han vestido mono como yo”. Y añadió: “Es la primera vez que voy con una pareja de guardias civiles sin llevar esposas”. Era como se sentía aquel lehendakari. El representante de la clase trabajadora, de los oprimidos, de los represaliados.

 

El que sabía que un país no se construye en libertad si sus ciudadanos y ciudadanas no son libres, si no tienen condiciones para desarrollar una vida digna. Aquella que él no había podido disfrutar, la que soñaba para quienes vinieran detrás. Junto a él, otros 13 hombres. Sí, hombres todos aún, que eran tiempos en los que ni siquiera existía una Constitución que reconociera ni sobre el papel los derechos de las mujeres.

 

Pero aquel equipo, a pesar de las desconfianzas y reticencias que precedieron a la creación del Consejo, condensaba el anhelo de las diferentes sensibilidades políticas. Era un mandato para hacer algo más que gestionar las exiguas competencias que les transfirieron, el casi nulo apoyo económico para llevarlas adelante.

 

Era un equipo destinado a consolidar la cultura política nacida cuatro décadas antes y quebrada por la guerra y la dictadura. En otra frase que resume bien lo que había que hacer, Rubial dijo que unía mucho “haber empapado con la misma sangre las praderas, haber ido juntos a los tribunales militares de ocupación y juntos también a las tapias de los cementerios a pagar el tributo por la defensa de esta tierra y sus ideas”.

 

Los Socialistas nos sentimos herederos de ese espíritu. El del Gobierno de Aguirre, que consiguió que Socialistas y nacionalistas uniéramos en la causa común a comunistas y republicanos. Y de los Gobiernos de Rubial y de Patxi López, que entendieron como nadie esa voluntad de convivencia entre diferentes.

 

El Socialismo Vasco se siente protagonista y heredero de la cultura que alumbró nuestros dos Estatutos, de la que reorientó la política de Euskadi a la causa de la ciudadanía sin que nadie se sienta excluido por sus ideas. Protagonistas y herederos, a partes iguales, de la causa de la libertad, y de todos y cada uno de los pactos en donde hemos construido solidaridad, justicia social, democracia y libertad. De Gobiernos para todos. De acuerdos para todos y todas.

 

Por eso os decía que estamos en un acto reivindicativo y de futuro. Porque un día como hoy es una ocasión para que los Socialistas Vascos renovemos el compromiso histórico que tenemos con este país. Para decir que el espejo en el que nos miramos, en el que miramos a toda la sociedad, es netamente vasco. Que no tenemos nada que mirar fuera, ningún ejemplo, ninguna fórmula mágica, cuando hemos sido capaces de construir un relato propio compartido como comunidad.

 

Este aniversario es una nueva oportunidad para recordar que nuestro pasado no tan lejano se refleja en un presente de ciudadanas y ciudadanos libres que progresan en un proyecto compartido y solidario. Que nos comprometemos en legar un futuro de mayor progreso y mayor cohesión. Recordamos a esa generación que salía de las cárceles y de la oscuridad y se superó para hacer posible Osakidetza, la escuela pública, la RGI, la Ertzaintza, la recuperación del euskera.

 

Y lo hacemos con orgullo y, sobre todo, como la mejor propuesta de futuro. Si ellos, todavía entre ruidos de sables y de bombas, supieron encauzar sus diferencias para ponerse al servicio de un bien común mirando a quienes venían detrás, nosotros tenemos que ser capaces, sin sentir ya amenazas ni miedos, de atrevernos con un futuro mejor.

 

Yo soy consciente de los riesgos que tenemos por delante, pero soy todavía más consciente de las inmensas oportunidades que se nos abren. Y quiero que mi partido no desaproveche ninguna. No nos podemos permitir el lujo de desaprovechar el inmenso caudal que nos han transmitido para poner a esta sociedad en el tren del futuro.

 

No nos podemos permitir el lujo de despreciar que tenemos a nuestro alcance sentar las bases de una nueva transformación del país, de mirar al resto de España, a Europa y al mundo y decir que estamos en la vanguardia de progreso económico, de la modernización, y de los derechos sociales.

 

No podemos decir a nuestros hijos que lo sentimos, que sólo hemos podido gestionar lo que sus abuelos construyeron porque fuimos incapaces de actualizar nuestro gran acuerdo por la convivencia.

 

Por eso reivindicamos el futuro. Por eso el Socialismo Vasco, tras haber sido capaz de liberar a esta sociedad del terrorismo, está empeñado en ampliar acuerdos, en integrar a quienes se autoexcluyeron hace cuatro décadas, en incorporar a las nuevas generaciones a un nuevo compromiso.

 

Hoy estamos embarcados en una reforma modernizadora del Estatuto que supone una oportunidad para la sociedad vasca. El Estatuto de Gernika dibujó un marco de convivencia plural hace casi 40 años que hoy podemos apuntalar. No queremos renunciar a nuestro pasado más reciente, el que ha hecho de Euskadi lo que somos. Nunca hemos sido más que ahora, así que las miradas al pasado, a siglos pasados, no pueden estar dominadas por una melancolía injustificada.

 

Y si en las últimas décadas hemos sido muchos y distintos, y hemos sabido unir nuestras fuerzas en condiciones mucho peores para sacar adelante el país, hoy debe ser más fácil todavía.

 

Sin la amenaza de ETA, con un nacionalismo escarmentado con la experiencia catalana, los Socialistas ponemos al servicio de la sociedad vasca nuestra apuesta inequívoca por una convivencia sin etiquetas, sin mitos, sin miradas a un pasado inexistente.

 

Los Socialistas somos necesarios, estamos dispuestos a liderar un país que mira a Europa como garantía de éxito, no para evitar hablar de España, que apuesta por la eficacia de sus instituciones, que ofrece soluciones y trabajo para avanzar en el progreso económico, el empleo de calidad, la formación de los más jóvenes y la seguridad de los mayores. Queremos decidir sobre todo esto, claro que sí.

 

Pero sobre todo queremos que el autogobierno sea útil para el día a día de la ciudadanía vasca para afrontar su futuro.

 

Si no queremos dejar paso a los populismos y las promesas insostenibles, a la lucha de bloques, a la política de unos contra otros, debemos confiar en la capacidad de sumar por encima de las diferencias, el empeño en el acuerdo. Y en todo ello, los Socialistas tenemos experiencia y vocación.

 

Elkarbizitzarako akordioa berritzeko aukera dugu. Euskal gizartearen modernizazioan aurrerapauso bat emateko aukera. Eskubide sozialak irabazteko, ekonomia indartzeko, Administrazioa berritzeko.

 

Eta gauza bat argi daukagu: iraganeko akordioak, desberdinen artean egin genituela. Eta etorkizunekoak ere bide honetatik etorri beharko direla. Bertan dago gure ereduaren arrakasta.

 

Legea errespetatu. Xede izanik herritar guztien askatasuna, berdintasuna eta ongizatea bermatzea. Hauxe izan zen sozialisten bide-orria orain dela berrogei urte. Hauexek izango dira etorkizuneko akordioak lortzeko mantenduko ditugun printzipioak.

 

Tenemos las lecciones bien aprendidas. La del 36, la del Consejo General Vasco, la del Estatuto en vigor. Y hay una máxima que se repite invariablemente, y que mantiene toda su vigencia: los grandes acuerdos, las aspiraciones de progreso, sólo se construyen desde el reconocimiento mutuo, desde la asunción de las diferencias, desde el respeto a la legalidad, desde los principios de libertad, igualdad, justicia y solidaridad. Los principios Socialistas.

 

Y también se ha repetido una idea: la voluntad. Las ganas de sumar. Las ganas que seguimos teniendo los socialistas, la que compartimos con la mayoría ciudadana, que demanda entendimiento, estabilidad, progreso y cohesión.

 

El Socialismo Vasco no va a dimitir nunca de esa voluntad, de esa aspiración a la suma, de esa ambición de transformación, de esas ganas de construir país juntos. El socialismo vasco no va a abdicar de su responsabilidad con la ciudadanía vasca, de garantizarle un camino seguro y renovador. Un camino que requiere sosiego y valentía, legalidad y ambición.

 

El Socialismo Vasco va a seguir comprometido en explorar las muchas coincidencias que tenemos con otros partidos, de saber administrar las diferencias y de saber entender el valor de la pluralidad.

 

Volvemos a reivindicar ese espíritu, esa cultura y la mejor de nuestras tradiciones: el acuerdo entre diferentes para progresar de la mano sin que nadie, ni una sola persona, se sienta excluida de ese proyecto compartido. Aspiramos a hacer posible ese nuevo Estatuto que sea útil para la ciudadanía. Y para que sea útil debe ser viable.

 

Así supieron entenderlo aquellos a quienes hoy recordamos. Así debemos entenderlo quienes nos sentimos orgullosos y herederos de su esfuerzo, como nos sentimos en el Socialismo Vasco.

 

La historia no está para añorar. Está para aprender. Para saber lo que funciona y lo que no. Para no repetir errores y emular los aciertos.

 

Quienes se embarcaron en el proyecto del 36 acertaron. Quienes lo hicieron en el 78 y en el 79, también. Quienes estamos en 2018 debemos ser capaces de acertar. Y los Socialistas estamos dispuestos de nuevo.