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Toma de posesión de Jesús Loza como Delegado del Gobierno en Euskadi

Discurso de Toma de Posesión de Jesús Loza como Delegado del Gobierno en el País Vasco

Vitoria-Gasteiz, 25 de junio de 2018

 

Delegado saliente, Consejeros, Autoridades, amigos y amigas, buenos días y bienvenidos a la Delegación del Gobierno en Euskadi.

Quisiera en primer lugar agradecer al presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, y al Consejo de Ministros y Ministras el nombramiento como Delegado del Gobierno en la Comunidad Autónoma del País Vasco. Agradezco sinceramente la confianza que depositan en mí y deseo fervientemente que mi gestión responda adecuadamente a dicha confianza.

Y gracias a todos ustedes por su asistencia a este acto.

Asumo el honor y la responsabilidad de dirigir esta Delegación del Gobierno en el País Vasco con humildad y con convicción. Consciente de las dificultades, pero con espíritu de superarlas

Me sumo al proyecto de cambio del presidente Pedro Sánchez. Un proyecto de regeneración, de pasión por la igualdad a todos los niveles, del restablecimiento de la prioridad de la política en las personas, en sus necesidades y aspiraciones, con especial énfasis en las políticas sociales.

 

Un proyecto que cuenta con un nuevo gobierno muy sólido para llevarlo a cabo, reconocido por todos, y que ha sido capaz de devolver la ilusión a muchos ciudadanos. Lo he percibido en el Hospital estos días. Hemos devuelto la sonrisa a muchas personas. Y sus primeras medidas han afianzado esa sensación inicial. La universalización de la sanidad o la acogida a los inmigrantes del Aquarius son una clara muestra de ese espíritu.

Hablaba de que habrá dificultades. Claro, con 84 diputados. Pero para los socialistas en general y para los socialistas vascos en particular, las dificultades no son un inconveniente, son más bien un acicate, un incentivo para trabajar más, y más intensamente. Y aquí sabemos mucho de dificultades y de gobernar, de trabajar, en tiempos muy difíciles. El Gobierno del Lehendakari Patxi López tomó posesión bajo la amenaza de ETA.

La forma de trabajar ante las incertidumbres del futuro nos la dio José María Maravall. Decía que hay que trabajar en una responsabilidad pública como si fueras a jubilarte en el puesto, pero con la conciencia de que puedes cesar al día o a la semana siguiente.

Con estas premisas, quisiera compartir con ustedes el espíritu con el que afronto esta nueva responsabilidad: La de dirigir la Administración General de Estado en Euskadi y la de buscar la coordinación y la cooperación con las Instituciones Vascas de Autogobierno, singularmente con el Gobierno Vasco, pero también con Diputaciones y Ayuntamientos.

Quisiera desempañar mi labor desde la humildad ya proclamada por el Presidente Sánchez. Una humildad que, más allá de las dificultades, quisiera que presidiera mi cometido.

Humildad se traduce en escuchar, en dialogar y en buscar acuerdos entre Gobiernos. Y también hacerlo con el resto de Instituciones, con los interlocutores Sociales y con la Sociedad Civil.

Provengo de una cultura de pacto. Cultura que aprendí de Fernando Buesa, padre del pacto educativo vasco.

Practiqué con él en el campo de los Servicios Sociales y en los 80 y 90, fruto de los acuerdos entre Instituciones Alavesas y grupos políticos, pusimos en marcha el Sistema Alavés de Servicios Sociales, reconocido y apreciado por propios y extraños. Un recuerdo y un homenaje a María Jesús Aguirre, compañera de trabajo todos esos años.

Y también participé en la puesta en marcha de la primera renta de garantía de ingresos, con un pacto en Euskadi, pero teniendo que salvar las dudas que nos planteaba el Gobierno de Felipe González. Ramón Jáuregui me mandató a buscar un acuerdo entre administraciones y con un puente automovilístico Madrid- Vitoria conseguimos el acuerdo en pocas semanas. Un recuerdo a José Ignacio Arrieta, una gran persona, recientemente fallecido, y el Consejero de Trabajo que lideró el programa y buscó el pacto.

Y pactamos la política de vivienda en Vitoria- Gasteiz con el Alcalde Alfonso Alonso en 1999, el desarrollo de los nuevos barrios de Vitoria, 22.000 viviendas con el 70 % de reserva para vivienda protegida.

Y, por último, logramos el pacto en la aprobación de la ley de Reconocimiento y Reparación a las Víctimas del Terrorismo. Una ley clave para afrontar el futuro. Destacar la labor del presidente de la ponencia de Víctimas, el lehendakari Urkullu.

Como ven, mis ámbitos de actuación se han movido dentro de las prioridades del actual gobierno: las políticas sociales y las políticas en relación con las víctimas del terrorismo, con su memoria y con la construcción de la convivencia en el País Vasco.

Ahora bien, el espíritu del pacto no abarca únicamente cuestiones sectoriales, sino que tiene que ver también con el ámbito del autogobierno. Me implicaré en su desarrollo, siempre de forma subsidiaria a la iniciativa del Gobierno Vasco y del Gobierno de España. Y buscaré el encauzamiento de las legítimas diferencias que surgirán, a través del mismo espíritu, evitando al máximo los contenciosos desde la Delegación. Sigo en esto a mi predecesor: Javier de Andrés.

Estoy convencido de que para construir diálogo es importante hablar con claridad y desde el respeto. Huir de tergiversaciones interesadas y de formulaciones ambiguas con el objetivo de no molestar a nadie. Algo que puede ser útil en muchas ocasiones pero que no lo es, por ejemplo, cuando se tocan temas en relación con el terrorismo como puso de manifiesto Sara Buesa en el último In Memoriam.

Autoridades, queridos amigos, la Administración General del Estado dentro de sus competencias está llevando a cabo importantísimas inversiones en el País Vasco: No sólo en el tren de alta velocidad, para construir la Euskal Hiria que decía Josu Jon Imaz, sino en muchos otros ámbitos, los aeropuertos, las infraestructuras ferroviarias, los puertos y el medio ambiente. Aportaciones al desarrollo económico y a la creación de empleo en el País Vasco que procuraré dinamizar, visualizar e incrementar en la medida de lo posible. Sin olvidar la legítima aspiración de nuestros pensionistas por asegurar unas pensiones públicas dignas. Tienen mi compromiso de trabajar en esa dirección y en la lucha contra la violencia machista, una lacra que debemos atajar entre todos y todas.

Y para todo ello es muy importante la estabilidad, y hoy en día, el País Vasco es un ejemplo de estabilidad que se ha llegado a definir como el oasis vasco. De estabilidad basada en un acuerdo entre diferentes, un pacto que sigue la estela de los acuerdos entre José Antonio Aguirre e Indalecio Prieto que dieron lugar al primer Estatuto de Autonomía del País Vasco en 1936. Estabilidad basada en dicho acuerdo y también, en el final del terrorismo.

 

Autoridades, queridos amigos, esta la primera toma de posesión tras la desaparición de ETA, y tras su derrota operativa en 2011, sin ningún tipo de contrapartidas. La democracia, el Estado de Derecho ha vencido a ETA. Las FCSE a las que nunca podremos agradecer suficientemente su trabajo y su sacrificio, el poder judicial, los acuerdos políticos que sustentaron esa lucha y los que resistimos en el País Vasco el envite del terror han sido elementos cruciales para conseguirlo, además de la cooperación internacional y el hartazgo de la sociedad vasca. Hemos ganado la libertad. Pero aún tenemos que ganar la convivencia plena.

Quedan, evidentemente, asignaturas pendientes. Y para muestra un botón. El reciente intento de homenaje, a los asesinos de Fernando Buesa y Jorge Díez. La reacción institucional firme y coordinada debiera de constituir un ejemplo a futuro. Reconocer el papel del Ayuntamiento y de su alcalde Gorka Urtaran. Y el mundo de Sortu o en silencio, o justificándolo de manera espuria.

Quiero expresar con claridad que en estas cuestiones mi prioridad serán las víctimas. Mantener el reconocimiento, mejorar la reparación y profundizar en la Justicia, porque quedan aún más de 300 asesinatos sin resolver, además de luchar contra los intentos de humillación que pudieran sufrir, serán mis objetivos.

Porque aunque vivamos mucho mejor que antes, aunque coexistamos, no hemos alcanzado aún una convivencia plena en libertad y tolerancia. Quedan aún rescoldos de odio y brasas de intolerancia que es necesario apagar para evitar disgustos en el futuro.

Por ello sigue siendo necesario insistir y profundizar en la deslegitimación ética, social y política del terrorismo y en la proclamación de la ilegitimidad del uso de la violencia para conseguir objetivos políticos, en pasado, en presente y en futuro.

Y para ello es fundamental la memoria. Un relato veraz y honesto que establezca con claridad que hubo víctimas y verdugos. Nosotros no buscamos plantear lo que se ha denominado batalla del relato, porque conocemos bien lo sucedido. Lo que pretendemos es defender la verdad, como antes defendimos la libertad. La batalla la plantean los que pretenden esconder su responsabilidad detrás de un conflicto. En una sociedad democrática los conflictos son múltiples y no se solucionan con el tiro en la nuca, sino a través del diálogo, la búsqueda de acuerdos y cuando no son posibles ante los tribunales.

Gaizka Fernández Soldevilla dice con acierto que los horrores los cometieron libre y voluntariamente.

Tenemos que hacer frente a los dos peligros que acompañan a la memoria: Ya he comentado el primero: la tergiversación.

El segundo es la tentación del olvido, del pasar página rápidamente que anida en buena parte de la sociedad vasca sacudida por el terrorismo y con mala conciencia de su actitud en los años más duros del mismo.

Hay que pasar página, sí. Pero después de haberla leído como dice muy bien Gorka Landáburu.

Y junto a la memoria el significado político de las víctimas de ETA que no tiene que ver con sus ideas políticas previas, sino con el objetivo político de sus asesinos, imponer un proyecto político totalitario y excluyente sobre la sangre inocente de sus víctimas. Y contra totalitarismo, estado de derecho y contra exclusión, igualdad y convivencia.

Una última consideración en relación con la memoria. La memoria es la única reparación que podemos ofrecer a las víctimas asesinadas, a los que ya no están con nosotros. Una memoria inclusiva, sí, pero sobre todo una memoria deslegitimadora.

Y junto a la memoria, la convivencia.

La convivencia en las sociedades libres y plurales se basa en dos pilares: el escrupuloso respeto de los Derechos Humanos, todos individuales, de ciudadanía, junto con el también escrupuloso respeto a los marcos de convivencia que nos hemos dado. En nuestro caso la Constitución de 1978, que consagra un Estado Social y Democrático de Derecho, que positiviza esos derechos, y el Estatuto de Gernika de 1979. Marcos que no son inamovibles y cuyas reformas están en fase de discusión después de 40 años. Y habrá que afrontarlas siguiendo el camino que ellas mismas prevén y buscando consensos similares al original.

Creo oportuno recordar la importancia del artículo 7 de nuestro Estatuto de Autonomía que define la condición política de vasco.

En Euskadi, tenemos que añadir a lo antedicho la necesidad de proclamar la ilegitimidad del uso de la violencia para conseguir objetivos políticos, en pasado, en presente y en futuro, tras muchos años de terrorismo. Si realmente queremos convivir no nos sirve la proclamación solemne de esa ilegitimidad hacia el futuro que proclama Sortu en sus Estatutos, si no lo hace también en pasado. Es poco creíble, siendo benévolo, que lo que se considera ilegítimo de cara al futuro, haya sido legítimo en el pasado, y que, además, pretendan ser ellos los que establezcan desde cuando es ilegítimo asesinar a un conciudadano. Desgraciadamente todavía en esas estamos. Como ha dicho acertadamente Marta Buesa estos días.

Nos decía Osvaldo Puccio, presidente de la Fundación Salvador Allende, que para construir convivencia tras un periodo de violencia política es esencial buscar el encuentro. Y para lograrlo, unos tienen que desandar caminos para que otros puedan tender puentes. Y en ese orden. No se puede pretender que las víctimas tiendan puentes sin que los victimarios desanden caminos.

En este punto es importante el papel de la Instituciones que se constituirían como los ingenieros en su construcción. Y las Instituciones debiéramos por un lado, apoyar y acompañar a quienes desanden ese camino, además de exigirlo a quienes no quieran transitarlo. Y por otro, agradecer la generosidad de las víctimas y de los resistentes que ayuden a construir el puente, respetando profundamente a quienes no quieran hacerlo.

Y se han producido encuentros: Encuentros entre víctimas diferentes en Glen- Cree, y entre victimarios y víctimas en el desarrollo de la denominada Vía Nanclares. Estos últimos cumplieron lo que antes decía. Primero desandar caminos y después tender puentes. Y todos los participantes en ellos los han calificado de positivos.

Por eso considero que es necesaria una reformulación de la política penitenciaria, de acuerdo con lo expresado por el Presidente Sánchez, que recupere todo lo positivo de estas experiencias. Que establezca el principio constitucional de la reinserción como objetivo y que las encuadre dentro de las políticas de convivencia.

Amigas y amigos, la política penitenciaria ha formado parte siempre de la política antiterrorista. También la Vía Nanclares. Pero en su desarrollo fuimos conscientes que también era una política de convivencia. Y vencido el terrorismo y desparecida la banda no tiene sentido mantenerla dentro de la política antiterrorista, y sí, a mi juicio, situarla dentro de las políticas de convivencia.

Nos podríamos plantear así, cual sería la política penitenciaria que más ayudase a la convivencia. A mi juicio, debiera ser una política que buscase la reinserción, que cumpliese escrupulosamente la ley y que pusiera en marcha medidas de apoyo y acompañamiento al itinerario de reinserción. Por ejemplo, el acercamiento progresivo e individualizado de presos, algo que no es una novedad, o las variaciones de régimen penitenciario en función de los avances individuales de cada penado en ese itinerario.

Para llevarlo a buen puerto considero que es importante tener en cuenta la experiencia de la ya mencionada Vía Nanclares:

Liderazgo político, consenso institucional y partidario, información a las víctimas, cumplimiento de la ley, individualización de las decisiones, progresividad y discreción.

Termino manifestándoles la voluntad de la Delegación y de este delegado en cooperar de la forma que se nos pida en este empeño.

Y reiterando como al inicio de mi intervención el agradecimiento al Gobierno de España por el nombramiento, y a ustedes por su asistencia.

Gracias.

 

¡A la calle! que ya es hora

de pasearnos a cuerpo

y mostrar que, pues vivimos,

anunciamos algo nuevo”.

 

Gabriel Celaya.

La poesía en un arma cargada de futuro.